Para muestra, un botón:
[11:08:10] HappySaTaN dice:
ya me presento a los padres
- Va a dejar dejar de beber (dice que engorda).
- Va a dejar otros vicios (desconozco cuáles exactamente, o con qué excusas... xD)
[11:08:10] HappySaTaN dice:
ya me presento a los padres
Imaginen a este señor con un gorrito rojo, barba blanca y nariz aún más colorada. Así, disfrazado de Papá Noel, es como lo deben de ver ahora los 89 diputados regionales de Valencia. Julio de España, presidente de las Cortes Valencianas, ha agasajado a sus señorías con un televisor de plasma. Como lo oyen. A su lado, la paletilla de ibérico de la cesta de Manuel Marín se queda en simple mortadela.Se nota que este año los diputados valencianos han sido muy muy buenos. La pasada Navidad les fue peor: el regalo de Julio de España sólo fue una videocámara digital. Supongo que la pasta para pagar la digitalada saldrá del presupuesto de I+D. Que no se diga que la Comunidad Valenciana no apuesta por las nuevas tecnologías.
Así votaban antes en el Congreso de los Diputados
Y así votan ahora
Hoy las ciencias adelantan que es una barbaridad. Éste gran cambio, sin ir más lejos, nos ha costado 15 millones de euros. Gracias a ese dinero, cada diputado tiene ahora tres ordenadores pagados con dinero público: un portátil, uno fijo en el despacho y otro empotrado en cada escaño. Con lo fácil y barato que habría sido instalar wifi y moverse sólo con el portátil. Supongo que a esto se refieren cuando hablan de la libertad de elección.
Siempre es preciso saber cuándo se acaba una etapa de la vida.
Si insiste en permanecer en ella, más allá del tiempo necesario, pierde la alegría y el sentido del resto.
Cerrando círculos, o cerrando puertas, o cerrando capítulos. Como quiera llamarlo, lo importante es poder cerrarlos, dejar ir momentos de la vida que se van clausurando.
¿Terminó con su trabajo?
¿Se acabó la relación?
¿Ya no vive más en esa casa?
¿Debe irse de viaje?
¿La amistad se acabó?
Puede pasarse mucho tiempo de su presente "revolcándose" en los por qués, en rebobinar el casette y tratar de entender por qué sucedió tal o cual hecho.
El desgaste va a ser infinito porque en la vida, usted, yo, su amigo, sus hijos, sus hermanos, todos y todas estamos abocados a ir cerrando capítulos, a pasar la hoja, a terminar con etapas o con momentos de la vida y seguir adelante.
No podemos estar en el presente añorando el pasado. Ni siquiera preguntándonos por qué. Lo que sucedió, sucedió y hay que soltar, hay que desprenderse.
No podemos ser niños eternos, ni adolescentes tardíos, ni empleados de empresas inexistentes, ni tener vínculos con quien no quiere estar vinculado a nosotros.
No. ¡Los hechos pasan y hay que dejarlos ir! Por eso a veces es tan importante destruir recuerdos, regalar presentes, cambiar de casa, romper papeles, tirar documentos, vender o regalar libros.
Los cambios externos pueden simbolizar procesos interiores de superación.
Dejar ir, soltar, desprenderse. En la vida nadie juega con las cartas marcadas y hay que aprender a perder y a ganar.
Hay que dejar ir, hay que pasar la hoja, hay que vivir sólo lo que tenemos en el presente. El pasado ya pasó.
No esperen que le devuelvan, no espere que le reconozcan, no espere que alguna vez se den cuenta de quién es usted. Suelte el resentimiento, el prender "su televisor personal" para darle y darle al asunto, lo único que consigue es dañarlo mentalmente, envenenarlo, amargarlo.
La vida está para adelante, nunca para atrás. Porque si usted anda por la vida dejando "puertas abiertas" por si acaso, nunca podrá desprenderse ni vivir lo de hoy con satisfacción.
Noviazgos o amistades que no clausuran, posibilidades de "regresar" (a qué?), necesidad de aclaraciones, palabras que no se dijeron, silencios que lo invadieron ... ¡Si puede enfrentarlos ya y ahora, hágalo! Si no, déjelo ir, cierre capítulos. Dígase a usted mismo que no, que no vuelve.
Pero no por orgullo ni soberbia, sino porque usted ya no encaja allí, en ese lugar, en ese corazón, en esa habitación, en esa casa, en ese escritorio, en ese oficio. Usted ya no es el mismo que se fue, hace dos días, hace tres meses, hace un año, por lo tanto, no hay nada a qué volver.
Cierre la puerta, pase la hoja, cierre el círculo. Ni usted será el mismo, ni el entorno al que regresa será igual, porque en la vida nada se queda quieto, nada es estático.
Es salud mental, amor por usted mismo el desprender lo que ya no está en su vida. Recuerde que nada ni nadie es indispensable. Ni una persona, ni un lugar, ni un trabajo, nada es vital para vivir porque cuando usted vino a este mundo "llegó" sin ese adhesivo, por lo tanto es "costumbre" vivir pegado a él y es un trabajo personal aprender a vivir sin él, sin el adhesivo humano o físico que hoy le duele dejar ir.